El título, fueron las palabras que Andrea señaló cuando le preguntaron por su actual novio. Hombre alto, de cabello liso y negro, de blanca y suave espalda, de lindas manos, de personalidad absolutamente interesante y por supuesto de fuerte carácter.
Cada vez que debían verse (situación casi diaria), Andrea pensaba en tener la piel lo más suave posible, ya que cada vez que él tocaba las piernas de ella, ésta era capaz de sentir toda sus huellas digitales y eso, hacía que perdiera la cabeza. Y así lo deseaba más y más !!! Tanto era el deseo, que cada que vez que él llamaba a su celular, ella sólo tenía espacio en su cabeza para idear qué cosa en plena intimidad le iba a decir, qué parte de su cuerpo ella iba a tocar, besar y humedecer y que zona de su graffiteada espalda rozaría contra las manos de él.
Cada vez que dormían juntos su deseo de pasar horas reposando junto al cuerpo del muchacho crecía de tal manera, que su mente no lograba funcionar bien si al menos una vez al día no sentía la boca llena de carne que él tenía, humedeciendo su cuello y al oído diciéndole cuánto la deseaba. Era sólo cosa de mirar a Andrea y ver cómo su piel se erizaba cada vez que ella entre sus amigas relataba sus embates amorosos con el hombre que todas las noches de este invierno buscaba lo más tibio y profundo de su rincón, haciendo que ella pareciera una perra en celo, que sólo desea la carne dentro de sí.
Andrea, era incapaz de dirijirse al trabajo sin antes con su mano y todo su aparato respiratorio, buscar cada mañana el bulto que el muchacho guardaba para ella, como si fuera una regalo del cielo, esperado y ansiado, a tal punto que ambos sentían que ese "bulto" le pertenecía sólo a ella.
Tanto era el deseo de los amantes que sin darse cuenta terminaban a plena luz del día siendo la envidia de los peatones, con tanta pasión que ambos reflejaban en ese roce de sus vestidos cuerpos que buscanban a partir de los húmedos besos que ambos se regalaban a diario, haciendo que ese encuentro fugaz, fuera la introdución para su final nocturno.
Cada vez que debían verse (situación casi diaria), Andrea pensaba en tener la piel lo más suave posible, ya que cada vez que él tocaba las piernas de ella, ésta era capaz de sentir toda sus huellas digitales y eso, hacía que perdiera la cabeza. Y así lo deseaba más y más !!! Tanto era el deseo, que cada que vez que él llamaba a su celular, ella sólo tenía espacio en su cabeza para idear qué cosa en plena intimidad le iba a decir, qué parte de su cuerpo ella iba a tocar, besar y humedecer y que zona de su graffiteada espalda rozaría contra las manos de él.
Cada vez que dormían juntos su deseo de pasar horas reposando junto al cuerpo del muchacho crecía de tal manera, que su mente no lograba funcionar bien si al menos una vez al día no sentía la boca llena de carne que él tenía, humedeciendo su cuello y al oído diciéndole cuánto la deseaba. Era sólo cosa de mirar a Andrea y ver cómo su piel se erizaba cada vez que ella entre sus amigas relataba sus embates amorosos con el hombre que todas las noches de este invierno buscaba lo más tibio y profundo de su rincón, haciendo que ella pareciera una perra en celo, que sólo desea la carne dentro de sí.
Andrea, era incapaz de dirijirse al trabajo sin antes con su mano y todo su aparato respiratorio, buscar cada mañana el bulto que el muchacho guardaba para ella, como si fuera una regalo del cielo, esperado y ansiado, a tal punto que ambos sentían que ese "bulto" le pertenecía sólo a ella.
Tanto era el deseo de los amantes que sin darse cuenta terminaban a plena luz del día siendo la envidia de los peatones, con tanta pasión que ambos reflejaban en ese roce de sus vestidos cuerpos que buscanban a partir de los húmedos besos que ambos se regalaban a diario, haciendo que ese encuentro fugaz, fuera la introdución para su final nocturno.
